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The bloody raven and the walking dead [Lucy Paxton, Patii]
3 participantes
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The bloody raven and the walking dead [Lucy Paxton, Patii]
El bosque estaba muerto, más muerto que muchos de los cadáveres andantes que se podían ver por la fecha. Claro, es un decir, pero también es una realidad. Un silencio inamovible, una presencia sombría, putrefacta, y un ambiente desolador y gélido eran los ingredientes necesarios para que esta afirmación se formara en mi mente. Era un terreno de cerca de veinte kilómetros cuadrados, el cual estaba compuesto exclusivamente por altos árboles de más de quince metros de altura. Quizá fueron bellos arbustos en su tiempo, pinos o cualquier otro tipo de ser vegetal, pero por la presente no eran más que resquicios de lo que fueron: troncos esqueléticos, ramas desnudas y carentes del más mínimo color, todo en pos de dar una visión más tenebrosa y oscura del lugar si cabía. El único sonido que se podía escuchar era el crujir de las ramas al ser batidas por el poder del viento, con monotonía, con ligereza y al tiempo con un inquebrantable poder terrorífico. Era sobre estas donde se podía visualizar el único resquicio de vida que se encontraría hasta salir del bosque: cuervos, habían cuervos a decenas, centenares, cubriendo todas y cada una de aquellas ramas y formando un manto negruzco que asemejaba al oscuro cielo que la noche nos dejaba. Con sus pequeños ojos: penetrantes, observadores, macabros, salvajes, no era posible descifrar sus intenciones o sus pensamientos, y esto hacía que la piel de uno se pusiera de gallina a la velocidad del rayo, y también que temiera el ser atacado de un momento a otro. Sus graznidos se dejaban escuchar, y después de la llegada de uno venía la respuesta de otro, así constantemente, sin cesar, creando un coro de voces agudas e inhumanas que parecían estar riéndose de uno mismo. Riéndose de mí antes de intentar llevarme a la tumba de los muertos.
Mas bien, si ignorábamos todos estos detalles podríamos decir que aquel bosque era un lugar perfecto para ser circulado. No era digno de paseos agradables o románticos, como es evidente, pero si uno quería llegar a la ciudad la mejor oportunidad que tenía era haciéndolo a través de él. Habían dos formas de abordar la ciudad: por una parte, la forma directa que llevaba a la entrada habitual de la misma, esta había de hacerse a través de una carretera en la que habían centenares de coches agolpados, destruidos y en llamas, con un gran número de zombies como únicos espectadores de este espectáculo pirotécnico; o, por defecto, se podía hacer a través del bosque, que llevaba a una de las entradas laterales, mucho menos habituadas (era más bien un camino comercial usado en siglos pasados). Las contras del bosque eran lo inestable de su terreno y lo desgradable de sus componentes (era fácil herirse con alguna de las largas y afiladas ramas de los árboles, y si eras descuidado los cuervos te podían abordar antes de que te dieras cuenta); pero los pros eran mucho mayores, solo con decir que por alguna extraña razón los zombies no se dignaban a entrar en este lugar, o al menos eso era lo que decían las historias enunciadas por diversos aventureros (historias que tendría que corroborar con mis propias experiencias). En cualquier caso, la idea de entrar por la carretera era imposible para mí, un caminante solitario y sin arma de fuego alguna (la única arma que llevaba conmigo eran mis propias piernas), por lo que era más eficiente adentrarme en lo desconocido que dirigirme directamente a la perdición total.
Era esta la razón por la que había llegado a un lugar tan desagradable, porque era el único recorrido factible para llegar a uno que sería más agradable y fácil de circular: la ciudad. Mis razones para llegar a un lugar como ese no eran tampoco de gran peso, simplemente estaba echo para ser una persona errante, que no se quedara en un lugar quieto, y quedarse a la interperie era infinitamente más peligroso que hacerlo en una de esas calles, por muy abarrotadas de muertos vivientes que estuvieran. Hasta el momento había pasado tan solo por un par de pueblos pequeños, desde que salí de la ciudad en la que se encontraba mi orfanato (que había sido tomada por los zombies por completo), y me había dado cuenta que habitualmente en los lugares rurales como aldeas, en el propio campo o en pueblos pequeños, la circulación de aquellos seres de putrefacta carne y de pestilente presencia era mucho inferior a la de los grandes núcleos urbanos.
Para muchos la solución habría sido simple: olvidarse de la gente y simplemente quedarse en uno de estos lugares a vivir, sin embargo mi forma de ser, altruista y desinteresada, hacía que me preocupara por aquellos que no tuvieran conocimiento de la seguridad de estos lugares y, simplemente por inconsciencia y desconocimiento, habitaran en los grandes y vulnerables núcleos urbanos. Esa era la única razón por la que quería entrar en aquella ciudad, tan solo para advertir a sus habitantes, tan solo para salvar a alguna de esas personas que hubiera sufrido mil traumas y pesares con el radical giro que había dado nuestro mundo. Haciendo esto podía poner mi vida en peligro, esto era algo evidente... pero si no me preocupaba por ello y actuaba en consecuencia no sería la vida lo que perdiera, sino la humanidad.
Mas bien, si ignorábamos todos estos detalles podríamos decir que aquel bosque era un lugar perfecto para ser circulado. No era digno de paseos agradables o románticos, como es evidente, pero si uno quería llegar a la ciudad la mejor oportunidad que tenía era haciéndolo a través de él. Habían dos formas de abordar la ciudad: por una parte, la forma directa que llevaba a la entrada habitual de la misma, esta había de hacerse a través de una carretera en la que habían centenares de coches agolpados, destruidos y en llamas, con un gran número de zombies como únicos espectadores de este espectáculo pirotécnico; o, por defecto, se podía hacer a través del bosque, que llevaba a una de las entradas laterales, mucho menos habituadas (era más bien un camino comercial usado en siglos pasados). Las contras del bosque eran lo inestable de su terreno y lo desgradable de sus componentes (era fácil herirse con alguna de las largas y afiladas ramas de los árboles, y si eras descuidado los cuervos te podían abordar antes de que te dieras cuenta); pero los pros eran mucho mayores, solo con decir que por alguna extraña razón los zombies no se dignaban a entrar en este lugar, o al menos eso era lo que decían las historias enunciadas por diversos aventureros (historias que tendría que corroborar con mis propias experiencias). En cualquier caso, la idea de entrar por la carretera era imposible para mí, un caminante solitario y sin arma de fuego alguna (la única arma que llevaba conmigo eran mis propias piernas), por lo que era más eficiente adentrarme en lo desconocido que dirigirme directamente a la perdición total.
Era esta la razón por la que había llegado a un lugar tan desagradable, porque era el único recorrido factible para llegar a uno que sería más agradable y fácil de circular: la ciudad. Mis razones para llegar a un lugar como ese no eran tampoco de gran peso, simplemente estaba echo para ser una persona errante, que no se quedara en un lugar quieto, y quedarse a la interperie era infinitamente más peligroso que hacerlo en una de esas calles, por muy abarrotadas de muertos vivientes que estuvieran. Hasta el momento había pasado tan solo por un par de pueblos pequeños, desde que salí de la ciudad en la que se encontraba mi orfanato (que había sido tomada por los zombies por completo), y me había dado cuenta que habitualmente en los lugares rurales como aldeas, en el propio campo o en pueblos pequeños, la circulación de aquellos seres de putrefacta carne y de pestilente presencia era mucho inferior a la de los grandes núcleos urbanos.
Para muchos la solución habría sido simple: olvidarse de la gente y simplemente quedarse en uno de estos lugares a vivir, sin embargo mi forma de ser, altruista y desinteresada, hacía que me preocupara por aquellos que no tuvieran conocimiento de la seguridad de estos lugares y, simplemente por inconsciencia y desconocimiento, habitaran en los grandes y vulnerables núcleos urbanos. Esa era la única razón por la que quería entrar en aquella ciudad, tan solo para advertir a sus habitantes, tan solo para salvar a alguna de esas personas que hubiera sufrido mil traumas y pesares con el radical giro que había dado nuestro mundo. Haciendo esto podía poner mi vida en peligro, esto era algo evidente... pero si no me preocupaba por ello y actuaba en consecuencia no sería la vida lo que perdiera, sino la humanidad.
Kakugo Hageshii- Melee
- Pareja : Desde Mikasa puedo ver la Tsuki
Rango : D
Mensajes : 10
Puntos : 110
Fecha de inscripción : 09/12/2013
Re: The bloody raven and the walking dead [Lucy Paxton, Patii]
¿Qué se podría decir de el mundo del ahora? Muerte, esa era la única palabra que describiría todo a la perfección. Nunca nadie tuvo que enfrentar a sus muertos, pero ahora sí, los no vivos volvían a la vida sin ayuda de nadie, buscaban vivos para matarlos y a muertos para ignorarlos. Todo podría resumirse en una batalla entre la vida y la muerte. Cada toma de aire era un signo de que vivías y cada mordisco era signo de que estabas muerto.
Pero eso no era problema para todo el mundo, solo para aquellos que se atreviesen a salir fuera de los refugios, aquellos lugares donde unas cuantas murallas de materiales originales escondían una vida feliz y apenas con preocupación. Pero el resto de personas, las que no temen a la muerte, aquellas que esos muertos eran su vida, esas... eran las únicas que debían enfrentar el miedo.
Así una de ellas era yo, una chica de personalidad extraña y aspecto aún más, el no tener miedo era algo que no se podía conseguir, caminar sin estar atento podría significar tu próxima muerte. Y convertirse en uno de ellos no era opción para mí. Caminaba por el oscuro y tenebroso bosque, aquel lugar donde extrañas leyendas contaban que ningún muerto entraba, pero era difícil de creer ya que siempre estaban por todos lados.
Realmente no estaba yendo hacia la ciudad, ni mucho menos, buscaba la tranquilidad de una casita abandonada, sin nadie molesto a su alrededor ni falsas sonrisas de tranquilidad. Todo lo que yo buscaba era tener miedo solo por mí, no por nadie más.
El caminar era algo que debería relajar a las personas pero a mí al contrario solo me ponía más y más nerviosa con cada paso. En un segundo me cansé de apenas poder saber que había frente a mí y del gorjeo de los cuervos sobre las ramas, así que me decidí. Abracé el árbol más normalitos y menos seco que encontré y comencé a trepar hacia arriba, sin cesar. Al llegar arriba solo necesité mover la mano un poco para espantar aquellas aves de ojos sangrientos. Me senté sobre una rama, una gruesa, para evitar que se rompiese y yo cayese al suelo junto a un gran golpe que atraería demasiados visitantes del bosque.
Miré a todos lados pero nada era de mi interés, excepto un lugar donde las ramas más bajas se movían con suavidad, como si algo o alguien atravesase aquel sitio.
Pero eso no era problema para todo el mundo, solo para aquellos que se atreviesen a salir fuera de los refugios, aquellos lugares donde unas cuantas murallas de materiales originales escondían una vida feliz y apenas con preocupación. Pero el resto de personas, las que no temen a la muerte, aquellas que esos muertos eran su vida, esas... eran las únicas que debían enfrentar el miedo.
Así una de ellas era yo, una chica de personalidad extraña y aspecto aún más, el no tener miedo era algo que no se podía conseguir, caminar sin estar atento podría significar tu próxima muerte. Y convertirse en uno de ellos no era opción para mí. Caminaba por el oscuro y tenebroso bosque, aquel lugar donde extrañas leyendas contaban que ningún muerto entraba, pero era difícil de creer ya que siempre estaban por todos lados.
Realmente no estaba yendo hacia la ciudad, ni mucho menos, buscaba la tranquilidad de una casita abandonada, sin nadie molesto a su alrededor ni falsas sonrisas de tranquilidad. Todo lo que yo buscaba era tener miedo solo por mí, no por nadie más.
El caminar era algo que debería relajar a las personas pero a mí al contrario solo me ponía más y más nerviosa con cada paso. En un segundo me cansé de apenas poder saber que había frente a mí y del gorjeo de los cuervos sobre las ramas, así que me decidí. Abracé el árbol más normalitos y menos seco que encontré y comencé a trepar hacia arriba, sin cesar. Al llegar arriba solo necesité mover la mano un poco para espantar aquellas aves de ojos sangrientos. Me senté sobre una rama, una gruesa, para evitar que se rompiese y yo cayese al suelo junto a un gran golpe que atraería demasiados visitantes del bosque.
Miré a todos lados pero nada era de mi interés, excepto un lugar donde las ramas más bajas se movían con suavidad, como si algo o alguien atravesase aquel sitio.
- YEYEYEYEYEYE:
- Espero no moleste que posteara primero. Lo hice cortito para que Lucy no tenga que leer biblias, que aveces no es muy divertido y sobre todo si apenas ahí acción.
Patii- Melee
- Zombie/Amo : ¿Ah?
Pareja : Un zombie decapitado <3
Rango : D
Mensajes : 13
Puntos : 110
Fecha de inscripción : 07/12/2013
Edad : 28
Re: The bloody raven and the walking dead [Lucy Paxton, Patii]
Una pequeña niña caminando sola por un bosque marchito, con un viento helado soplando de vez en vez y la mirada de los cuervos sobre cada movimiento que hacia, no era un escenario digno de cuentos de hadas ¿cierto?, pero a la joven de ojos celestes parecía no importarle en lo absoluto, no parecía molestarle la mirada de aquellas tétricas aves, ni el hecho de que podría perderse y jamás lograr volver, tampoco la baja temperatura que había por el lugar, mucho menos que un muerto viviente pudiese estar rondando por ahí, aunque claro, esta ultima cosa era lo que le hacia estar allí, el rumor de que en ese bosque no habitaban aquellos despreciables cadáveres andantes, el motivo de la chica era más absurdo e infantil que cualquier cosa que pudiese ocurrirsele a alguien en un mundo como en el que vivían ahora, por una cosa u otra había terminado teniendo una conversación con el títere de su mano izquierda y había llegado a la conclusión de que, en algún lugar, debía estar un pobre conejo indefenso escondiéndose de los zombies, fue entonces que la peliazul decidió salir en busca de uno de estos roedores para "rescatarlo". Era una como había dicho, ridícula, incluso torpe e infantil pero la chica lo había decidido y alentada por Roy había salido a aquel bosque buscando un peludo roedor para cuidar.
La joven, a pesar de la apariencia que podría llegar a dar, estaba bastante "segura" por así decirlo, aunque lo aparentara no era una presa fácil para los muertos, aunque claro, en este mundo nadie tenia la seguridad comprada, se mantenía callada al igual que su "amigo" en su mano izquierda, entre menos ruido menos caminantes y más posibilidades de encontrar a su peludo amigo.
Lucy se detuvo abruptamente, quedándose completamente estática, a lo lejos, en medio del silencio espectral del bosque, pudo escuchar el sonido de algo o alguien quebrando ramas y hojas secas a su paso, de inmediato corrió en dirección a los sonidos o bien acaba de encontrar lo que buscaba o tal vez era un zombie, cualquiera de las opciones parecía factible, al menos en su mente.
Mientras corría acercándose al lugar de donde procedía el sonido, de reojo alcanzo a ver algo en un árbol, siendo específicos a alguien sobre un árbol, se detuvo un poco más adelante de este, clavando la mirada en la chica que al parecer se encontraba sobre las ramas de un árbol no tan muerto como los temas, la miraba con su gélida mirada más sin ninguna expresión en su rostro. Siendo que no era lo que buscaba decidió no darle tanta importancia y seguir en dirección al sonido.
La joven, a pesar de la apariencia que podría llegar a dar, estaba bastante "segura" por así decirlo, aunque lo aparentara no era una presa fácil para los muertos, aunque claro, en este mundo nadie tenia la seguridad comprada, se mantenía callada al igual que su "amigo" en su mano izquierda, entre menos ruido menos caminantes y más posibilidades de encontrar a su peludo amigo.
Lucy se detuvo abruptamente, quedándose completamente estática, a lo lejos, en medio del silencio espectral del bosque, pudo escuchar el sonido de algo o alguien quebrando ramas y hojas secas a su paso, de inmediato corrió en dirección a los sonidos o bien acaba de encontrar lo que buscaba o tal vez era un zombie, cualquiera de las opciones parecía factible, al menos en su mente.
Mientras corría acercándose al lugar de donde procedía el sonido, de reojo alcanzo a ver algo en un árbol, siendo específicos a alguien sobre un árbol, se detuvo un poco más adelante de este, clavando la mirada en la chica que al parecer se encontraba sobre las ramas de un árbol no tan muerto como los temas, la miraba con su gélida mirada más sin ninguna expresión en su rostro. Siendo que no era lo que buscaba decidió no darle tanta importancia y seguir en dirección al sonido.
Lucy Paxton- Geared
- Pareja : ¿Qué?
Rango : D
Mensajes : 9
Puntos : 105
Fecha de inscripción : 08/12/2013
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