Tiro al Blanco [libre]

Me hallaba en la plaza sur de la ciudad de Neutopia completamente sola, el lugar era amplio pero no había ni un alma en estos momentos merodeando por allí, podía distinguir algunos juegos para niños algo avejentados, como toboganes y columpios con un poco de óxido en los caños que componían dichas atracciones, además de bancos algo maltrechos y farolas que no encendían a estas horas del día, lo más hermoso y destacable de este lugar eran las plantas que se hallaban en aquel lugar, pero sobre todas las cosas mencionadas, se alzaba a la vista de cualquiera que pasara por allí un árbol que a ojo se podía calcular una altura de 8 metros, con una gran cantidad de hojas, éste contrastaba completamente con todo su alrededor… la catástrofe nos había golpeado duro y esto poco que quedó es lo único que tenemos para “descansar”

No percibía alma alguna a mí alrededor, era algo poco normal aún en esta ciudad hallar gente que deambule tan confiada por las calles y las plazas como antes. Aún recuerdo que las personas siempre se acercaban a las plazas y locales de las ciudades para divertirse con sus familias y amigos, otros venían con sus parejas e incluso podían salir solos a caminar por un rato para conocer los lugares y respirar el aire de aquella libertad… Extraño esos días en donde no debías salir armado para poder defenderte de seres que deseaban hacerse de uno con fines alimentarios, el canibalismo no era algo muy común antes de la tragedia pero ahora es moneda corriente circulando.
Primer tiro… ¡Fuego!- Dije mientras jalaba el gatillo de una de mis armas para apuntar a un blanco inmóvil que había colocado a unos pocos metros de distancia, había encontrado unas cuatro latas mientras deambulaba por la calle y me dije a mi misma “¿Por qué no?” si nadie salía a esta hora, de todas formas. La bala había impactado exitosamente hacia aquel desperdicio metálico, haciéndola caer unos cuantos metros hacia atrás debido al impacto del pequeño proyectil.

“Recuerda que siempre tendrás un futuro al cual podrás recurrir”

Es irónico que recuerde justamente ahora esas palabras… ¿De qué futuro me hablas? Ya no queda nada. Todos los que amaba, todo ese futuro que había pensado tener, todas aspiraciones que poseía una chica de mi edad se desvanecieron con aquellos muertos vivos caminando por el patio de mi casa, con aquellas balas que tuve que utilizar en contra de mi propia familia para salvarme yo. No hay un real futuro al cual quiera dirigirme… acaso ¿Mi futuro sería el de morir a manos de un monstruo? Yo no planeé eso en mi propio futuro… no quería vivir este tipo de escenas en mi vida, aún no puedo creer que aquellas palabras fantasiosas se hayan convertido en una realidad latente que no puede detenerse ni dejar de ser, el mundo cambió radicalmente ante la maldad del hombre corrompido, ahora la ley era la de cazar, o ser cazado.

- Segundo Tiro… ¡Fue…!- Escuché una especie de ruido extraño y bastante particular, supuestamente estaba yo sola en este lugar y así quería creerlo. –¿Quién anda allí?- dije con un tono medio a elevado de voz, no quería admitir que había cierto temor en mi semblante, pero no retrocedería ante nadie ni nada así que preparé mi arma para atacar en cualquier momento.

Suspiré, cansada. Me había tirado toda la mañana haciendo la compra, y encima me había distraído con uno de los vendedores intentando regatear. No lo ganaba tan bien como para ir desperdiciando el dinero. Con un nuevo suspiro, eché de menos los días en los que vivía en mi barrio tan ricamente. ''Seguro que si esto hubiese pasado años atrás, sería Onii-san quien se encargase de la compra, no yo...'' Desvié la mirada hacia un lado, incómoda ante el recuerdo de mi hermano. La última imagen que tenía de él era la de un humano agonizando lentamente, convirtiéndose en aquello de lo que habíamos estado huyendo, gritándome que corriese, que no mirase atrás... Sacudí la cabeza, molesta por aquellos pensamientos.

Hice una mueca de desagrado al recordar al zombie que había causado su muerte. Juré que mataría a todos y cada uno de aquellos seres. Ya no solo por venganza, sino también para librar a aquellas almas condenadas del canibalismo. Recordé que de pequeña nunca me gustaron los vampiros a no ser que fuese para volarles la cabeza, por eso siempre que mi hermano me contaba una historia de miedo lo paraba cada vez que trataba sobre aquellos seres. ''Onii-chan, no me gustan esos seres. Atacan a la gente solo para alimentarse, les hacen daño... Y lo peor es que lo hacen porque su naturaleza se lo pide...'' Aquellas palabras hicieron que mi hermano me abrazase con cariño, para luego decir que pensaba como si tuviese más edad. No olvidaría esa noche. Como tampoco olvidaría muchos otros momentos, pasase lo que pasase. Todo estaba fuertemente grabado, a fuerza de dolor y sangre.

Nunca había sido una chica pacífica, pero jamás me hubiese imaginado caminando con una enorme espada en forma de una hoja de tijera a mis espaldas. Aquel arma estaba destinada a acabar en los cuerpos de aquellas criaturas. El único sentido que poseía mi vida en aquellos momentos era el seguir trabajando para eliminar a los zombies, para que nadie tuviese que pasar  por lo que yo. Para que nadie tuviese que ver como les arrebataban a sus seres queridos mientras ellos no podían hacer nada. Apreté los puños -¡Maldición!- le metí una patada a una piedra que había en el camino. Todo por culpa de los estúpidos cerebritos, no se podían haber quedado quietos con sus experimentos.

Escuché el sonido de unos disparos y me alerté. Desenvainé a Senketsu y me dirigí hacia el lugar. Me encontré con una chica que cargaba con una escopeta, y parecía lista para la batalla. Levanté ambas manos en señal de paz, en una la bolsa de la compra y en otra Senketsu, la enorme mitad de tijera de color escarlata. -Hey.- Dije a modo de saludo.- Tranquila, no tengo intenciones de atacarte. He escuchado tiros, ¿ha ocurrido algo?